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viernes, 13 de abril de 2012

Reducir el matrimonio a un mero contrato entre particulares

Viernes, 13 de Abril, 2012
Acortar los plazos, aligerar los requisitos y abaratar costos. De manera netamente burocrática, se pretende disolver una unión que se realizó ante los ojos de Dios. ¡Hay que hacerlo de forma rápida y moderna. Que el mal trago pase lo antes posible!, afirman los defensores del divorcio exprés. ¿Es la solución?...
Banalización de los vínculos matrimoniales y familiares. Es eso lo que se va a lograr si se aprueba el proyecto de divorcio "exprés" que impulsa la presidenta Cristina Fernández, con la reforma del Código Civil. Es un tema que no se puede tratar a la ligera.
Con la iniciativa del Ejecutivo, alcanzará la “voluntad” de uno solo de los cónyuges, sin necesidad de expresar mutuo acuerdo en el momento de la separación. Cualquiera de los miembros de la pareja podrá recurrir al juez, manifestarle su deseo de divorcio llevando una propuesta de división de bienes gananciales, cuota alimentaria y régimen para cuidado de niños. Además, entre los cambios que se proponen y emulando costumbres de otros países, una pareja que toma la decisión de casarse podrá firmar “convenciones prenupciales”, algo prohibido hoy en la Argentina. En la actualidad, bienes gananciales para dividir es lo generado a partir de la unión. Eso podrá modificarse.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (art. 16) reconoce a la familia como "elemento natural y fundamental de la sociedad", y el derecho al matrimonio. El varón y la mujer, que actúan como compañeros y padres responsables tienen derecho a que las relaciones matrimonial y familiar sean consideradas básicamente inviolables por el resto de la sociedad, y a que sean garantizadas por las leyes como contrato solemne o como los frutos de tal contrato. Esto se vería afectado con la “simplificación” de la separación.
Asimismo, muchos que deciden culminar el vínculo no lo hacen, finalmente, tras pasar por el período de reflexión que antecede. El Ejecutivo lo ve como “progreso", pero… ¿es conveniente romper el matrimonio sin permitirse un tiempo para una posible reconciliación?
Carlos Morán, decano del Tribunal de la Rota española, al ser consultado sobre cómo ha afectado la ley del “divorcio exprés” al matrimonio, en su país, aseveró: “En términos estrictamente jurídicos, en mi opinión, es una aberración jurídica, pues configura el matrimonio como el único ‘negocio jurídico’ para cuyo nacimiento se requiere causa −como para el resto− y que deja de existir sin causa alguna. Esa disposición jurídica responde a una concepción del matrimonio como algo esencialmente privado, respecto del cual las partes –cada una de ella unilateralmente y sin contraprestación– puede rescindir, lo que no ocurre con cualquier otro negocio jurídico por irrelevante que sea”.
Para Morán, mirado en perspectiva histórica, “se trata de retrotraernos a situaciones jurídicas distintas en siglos, superadas en su momento para procurar seguridad jurídica y bienestar a los cónyuges”.
A su vez, la Iglesia ya ha explicitado que si la reforma se aprueba, “va a aumentar el número de niños faltos de referencias a sus padres y su hogar". En varios casos, el tiempo de reflexión que actualmente existe puede resultar crucial para que sus padres se mantengan unidos. Definitivamente, todo hijo es afectado ante un divorcio, y las consecuencias muchas veces de este son únicamente medibles con el tiempo.
Los testimonios de hijos de padres divorciados han podido poner en palabras el sentimiento que aflora: “El divorcio de mis padres me negó el derecho de todo niño de sentirse seguro y protegido, el mundo es un lugar frío y espantoso, pero el núcleo familiar es como un lugar amurallado donde el niño se siente cuidado y confortado, si el núcleo familiar se hace pedazos, el muro protector se desmorona”; “Como hija de todo padre divorciado, crecí sin aparentes cicatrices, pero en mi interior me sentía furiosa, deprimida e insegura sin saber por qué, desconfiaba de todos los hombres, no fue sino hasta los treinta años que descubrí la raíz del problema con sesiones de terapia”; “Cuando yo apenas tenía cinco años, papá y mamá se divorciaron según el criterio de entonces. Ambos cuidaron muy bien de mí, me tranquilizaban diciéndome que ellos ya no se amaban, pero que su amor por mí seguía intacto, y, aunque mi padre se fue a vivir solo a un departamento en el otro extremo de la ciudad, ambos continuaron satisfaciendo mis necesidades espirituales. Dos años después, mi madre volvió a casarse, y nos fuimos a vivir al extranjero; a partir de entonces, solo veía a mi padre muy de vez en cuando. En los nueve años, hemos estado juntos apenas una vez, no lo tuve a mi lado mientras crecía, y a mis tres hijos –sus nietos– los conoce por cartas. Ellos se han perdido la dicha de conocer a su abuelo”.
Vivimos en una época de fragilidad sentimental y relaciones afectivas inestables. La lógica actual parece estar basada en muy poca fe en el matrimonio como institución duradera y sostiene que se debe “facilitar la corrección del resbalón afectivo que un individuo puede haber dado al casarse con la persona equivocada”.
Entonces, la atmósfera espiritual de nuestra sociedad comparte la misma ideología de fondo que se esconde detrás de la ley del divorcio exprés. Pero no se puede despojar al matrimonio de su carácter sagrado y reducirlo a un mero contrato entre particulares.
El matrimonio es –debe ser– la incorporación de dos voluntades y de dos psicologías a una forma objetiva de convivencia en la que los cónyuges trascienden el mero plano de la psicología y de lo emocional. Al casarse, los cónyuges se comprometen a navegar juntos en el mismo barco, aprendiendo y aplicando las complejas reglas de esa navegación y sorteando los escollos que se presenten, para finalmente llegar al puerto de destino.
Resumiendo todo lo anterior, el matrimonio es una unión sagrada que se desarrolla en el tiempo, pero que mira hacia la eternidad. En la medida en que una pareja concreta viva realmente así su matrimonio, este, pese a las posibles dificultades, gozará de buena salud, y la idea del divorcio ni se asomará en su mente.
http://www.san-pablo.com.ar/rol/?seccion=articulos&id=3870

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