Una madre pide ayuda para dar de comer a su hija

Viernes, 9 de Marzo, 2012

Vive en la penumbra porque no sabe si podrá pagar la luz. Con una hija adolescente y 426 euros como toda fuente de recursos, Conchi López se dice 'cansada' de luchar. Desde hace tres años, está en paro; en octubre, agotará la prestación y, desesperada, pide ayuda o un trabajo para poder dar de comer a su hija.
En las marquesinas de los autobuses, escrito en post-it amarillos repartidos por casi toda la ciudad se lee un SOS que reza: “Agradecería comida y ropa para mi hija”. Es el grito callado, pero desesperado, de Conchi López Sánchez, una mujer que se confiesa “cansada” de luchar. Madrileña de nacimiento, recaló en la provincia en 2006. Entonces, traía consigo dos hijos, fruto de una relación de diez años, y la esperanza de algún futuro. Pero el paso del tiempo y el paro han enturbiado sus sueños.
En 2009, perdió la custodia de su hijo menor. “Quiso irse a vivir con el padre”, reconoce Conchi. Pero lo que más le preocupa ahora es la posibilidad de perder la de su hija, que tiene 14. Desde “hace tres años”, está en paro. Su única fuente de “recursos” son los 426 euros que percibe de una ayuda “para mayores de 45 años”. “Y dime ¿con qué me quedo, si el alquiler del piso es de 350 euros y también tengo que pagar luz y agua”, pregunta. Una vez al mes, recurre a la ayuda de Cáritas. “Me dan alimentos: pastas, tomate, arroz, legumbres, leche, natillas... Es para un mes, pero no me dura ni una semana. Son insuficientes. Mi hija necesita carne, verduras, pan, embutido para el bocadillo del recreo...”, enumera desconsolada. Y no puede ofrecérselos. “Con lo que cobro, no me llega”, dice impotente una mujer que confiesa buscar comida en los contenedores cuando cierran los supermercados. “Y no me da vergüenza”, se defiende. “Si robara, me meterían en la cárcel, y la prostitución no es la solución”. Se queja de que, “hace siete meses”, que el progenitor no le pasa pensión alimenticia a la menor. “Y ya estoy harta”, apostilla. “Estoy sola y la vida es muy dura, cuando te ves así, pidiendo”. Acuciadas por las dificultades económicas, hace un mes, se mudaron a un nuevo piso. Un bajo en La Merced “sin lujos”, con los muebles justos e imágenes de santos distribuidas por las habitaciones porque —afirma—: “Solo me queda tener fe en Dios”. “Yo no quiero confundir a nadie. No pido dinero. Solo ayuda y encontrar un trabajo, limpiando casas, como cajera o cuidando ancianos por horas. Lo que no quiero es perder a mi hija. Es lo único que me queda”. Nuria López Priego/Jaén.

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