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jueves, 8 de marzo de 2012

El sexismo en el lenguaje

Jueves, 8 de Marzo, 2012
La imagen fue encontrada en el blog:
- http://miembras.blogspot.com/
Lo que se estila ahora es el circunloquio para evitar el uso de una palabra masculina
La lengua española es una maravillosa creación cultural del pueblo. A lo largo de más de mil años ha ido levantando estructuras, fachadas y torres. Es un edificio perfecto para ser habitado y, además, hermoso. Sólo las ideologías totalitarias pueden pretender alterar ese conjunto tan trabado. No hace falta recurrir a las dictaduras. Ahora hay una dictadura solapada, la del feminismo fanático que se propone alterar la estructura del lenguaje. Vano y ridículo intento pero muy molesto.
La cosa, como tantas otras, llega como una importación inimaginativa de una moda norteamericana. En inglés hay muy pocas palabras que impliquen directamente lo masculino o lo femenino. Pero las feministas yanquis decidieron ponerlas patas arriba. Por ejemplo, el “chairman” (= presidente) pasó a ser “chairperson” porque resulta que “man” significa “varón”. Más chusco es lo de “hispanic” (= de habla o cultura española). Alguien propuso que se dijera “herpanic”, porque “his” es “su de él” y “her” es “su de ella”. El ejemplo más chusco es “bullshit”, una exclamación muy corriente que significa “mierda”. Pero resulta que “bull” es “toro”. Así que las feministas trataron de imponer “cowshit”, algo así como “mierda de vaca”. No tuvieron éxito en ese caso, pero siguieron muchas más propuestas estúpidas.
La moda ha llegado a España con la particularidad de que el español sí tiene muchas palabras que son masculinas o femeninas. A toda costa hay que evitar que esos nombres tengan género o bien hay que reduplicarlos para que estén presentes los dos géneros. Por ejemplo, la muletilla de “los compañeros y las compañeras”. Otro recurso es el de la fórmula “compañeros/as”. Todavía más cursi es el de “compañer@s”. Lo que se estila ahora es el circunloquio para evitar el uso de una palabra masculina. Por ejemplo, “las personas becarias” en lugar de “los becarios”. Como puede verse, todo ello acentúa todavía más lo que intenta corregir, esto es, el sexismo del lenguaje. Claro es que hay nombres masculinos y femeninos. Pero la estructura de nuestra lengua (como derivada del latín) ha hecho que el masculino funcione a veces como genérico sin que nadie tenga por qué ofenderse. Por lo mismo, “persona” es una palabra femenina y a nadie se le ocurre que los varones no sean personas.
La obsesión por eliminar el género en el lenguaje lleva a imponer circunloquios risibles. Por ejemplo, el uxoricidio es el delito de matar a la esposa, novia o amante por parte del marido, novio o amante. Pues bien, ahora ese delito es “violencia de género”. No se tiene en cuenta que el género funciona para las palabras, no para las personas. En el español de toda la vida las personas tienen sexo, pero resulta que en inglés triunfa la mentalidad puritana. Las feministas norteamericanas, escrupulosas ellas con el sexo, lo evitan con la palabra “género”. El resultado es que el sexo de las personas pasa a ser género.
Manejo el último engendro de la cruzada feminista. Es la Guía de lenguaje sexista, editada por la UNED (Universidad de Educación a Distancia). Habría sido más correcto escribir “Guía del lenguaje sexista”, pero seguramente hay que evitar ese “del” masculino. La guía propone el siguiente ejemplo para eliminar el sexismo del lenguaje. No hay que decir “los tutores actuarán como guías y asesores de los alumnos” sino “las tutoras y los tutores actuarán como guías y asesores de las alumnas y los alumnos”. Se les escapó lo de “asesores”. Para ser coherentes, tendrían que haber dicho “las asesoras y los asesores”. Es algo cansino. Si una tacha del idioma español es su tendencia retórica y repetitiva, con esto del lenguaje no sexista se puede llegar a la apoteosis del aburrimiento.
El ejemplo que cito no es único. Se repite, punto por punto, en otras tantas guías sobre el lenguaje administrativo u oficial en multitud de Consejerías y otros entes públicos. Es decir, todo eso se hace con dinero público. No sólo revela ignorancia sino malversación de los caudales del Estado. Ha hecho bien la Real Academia Española en salir al paso de tales insensateces. Ni siquiera esa institución puede imponer nada. Sólo “limpia, fija y da esplendor” a lo que elabora el pueblo. Y si el pueblo les parece masculino, digamos la nación.
Otra cosa es que la lengua evolucione naturalmente y donde antes se decía “abogado” sin especificar el sexo, ahora quepa decir “abogada” si la profesional en cuestión es mujer. Nada nuevo, por otra parte. En la Salve ya se dice que María es “abogada nuestra”. Es más, la Virgen del Pilar es “capitana de la tropa aragonesa”. Al parecer, no hubo necesidad de manuales no sexistas. ¿Por qué entonces este feminismo fanático que desea alterar la estructura del lenguaje de modo totalitario? Muy sencillo. No es sólo por ignorancia; es una táctica de la lucha por el poder por parte de algunas mujeres mediocres. Hay muchas mujeres capaces que no necesitan apoyarse en estas bobadas del sexismo en el lenguaje para salir adelante.
*Amando de Miguel es sociólogo.
http://www.intereconomia.com/noticias-gaceta/opinion/sexismo-lenguaje-20120307

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